martes, 29 de julio de 2008

EL CASTILLO-PALACIO DE MONTEAGUDO O LA PÉRDIDA IRREPARABLE DE UNA HOSTERÍA TURÍSTICA

11 de febrero de 1986

Me veo en la necesidad de no hacer sólo un artículo sobre este encantador, histórico, monumental, bello, rico y, si se animan sus gentes y autoridades, de enorme porvenir, pueblo de Monteagudo, en uno sólo sería imposible por su extensión y el poder escribir sobre toda la enorme “tela” que tiene por cortar.
En mi última visita, hubo alguien que me dijo que no le gustó un artículo que escribí sobre este pueblo hacer cerca de dos años, que era muy fácil escribir solamente sacando defectos y no dando soluciones. Bien, en esta ocasión voy a intentar hacer ambas cosas, aun cuando en aquella ocasión también lo hice, a la vez, pero pidiendo a los lectores del pueblo que lo lean detenidamente, piense en lo escrito, vean los fallos que cometo y, a los pocos días vuelvan a leerlo, y si se encontrasen erróneamente dolidos por algo, tendrán que reconocer que el único afán de estos artículos es que Monteagudo se levante y tome la preponderancia y vida que tal lugar merece, no sólo en beneficio del pueblo, sino también en el de la provincia, que lo único que la provincia puede y debe desear es que poco a poco, pero la mayor rapidez posible sus pueblos empiecen a florecer y no sólo a recuperar la vida perdida, sino mejorarla y renovarse en todos los aspectos.
Empezaré comentando el censo de población, que siempre es un dato importante y desconcertante en casi todos (mejor sería decir todos) los pueblos de la provincia.
En 1971, el censo es de 950 habitantes; en el año 1977, entramos en los censo con datos curiosos, la población de derecho era de 481 habitantes; electores, 404; (fijémonos que en este caso figuran 77, por lógica inferiores a 18 años); votos emitidos, fueron 288; en el año 82, el número de votantes fue de 281, dejasen de votar 116 de su habitantes; esto nos permite pensar dos cosas; la primera, es la posibilidad de que estas personas se hallen en edades superiores a los 70 años y sea el motivo de su despreocupación, u la segunda, es que el censo se encuentre engordado como en tantos y tantos pueblos, no siendo en realidad los habitantes que figuran al encontrarse fuera de la población por múltiples circunstancias, pero que siguen figurando como residentes del mismo.
Sin meternos en grandes problemas, podemos comprobar que del año 71 al año 82, la población perdió 500 habitantes. Según las estadísticas en el año 82, la población perdió 500 habitantes. Según las estadísticas en el año 82 los menores de 18 años eran 77, los habitantes sabrán si esa cifra es cierta. ¿De verdad hay esa cantidad de juventud? Si incluimos como dato curioso, del que si no es verdad que lo rectifiquen, el de los nacimientos en el pueblo durante los últimos siete años ha sido de 6 bebés (niños o niñas) y que de los que siguen residiendo en el pueblo más del 65 por 100 tienen o están a punto de cumplir los 65 años de vida. Visto desde la frialdad de las estadísticas, hay que pensar que el porvenir que le espera al pueblo no es muy feliz ni prometedor. Sin embargo, puedo y se puede demostrar que es todo lo contrario, que el pueblo tiene suficiente poder, riqueza y oportunidades, para dar un giro de 180 grados en amplio beneficio y prometedor futuro.
Cuenta para ello con fuerte potencial agrícola y ganadero; importante núcleo turístico que podría crear bastantes puestos de trabajo explotando su propio turismo y haciéndose cabecera de entrada de toda la zona de Cataluña y procedente de ella, hacia Morón y la Zona (hoy mancomunada) turística del Duero.
Inconvenientes a superar: la dejadez, el abandono y fatalismo de la mayoría de sus habitantes que consideran imposible la recuperación y levantamiento del pueblo. Son comentarios normales por parte de los mismos, la falta de juventud; que la poca que hay se encuentra fuera estudiando y que por regla general no regresarán al pueblo, considerando lo más normal del mundo esa errónea opinión. Digo errónea porque nunca depende de ellos el evitarlo dando y dejando a esa juventud los cauces necesarios para su desarrollo evitando su emigración, juventud que con los estudios y conocimientos adquiridos, con una nueva visión joven, clara y abierta de futuro, saben perfectamente que con unos medios para realizarse plenamente, con la ayuda y el apoyo de sus mayores, para “hacer las Américas” no necesitan salir de su pueblo, provincia, región ni España.

EL CASTILLO PALACIO
En compañía del alcalde, Teodoro Labanda, de Agustín Martínez y otros dos concejales de Ayuntamiento, estuve visitando las obras de restauración y recuperación del antiguo castillo-palacio de los Mendoza. De la visita y la conversación mantenida con todos ellos, me enteré de cosas que hacer hervir la sangre por incomprensibles en los momentos actuales, en que aún algunos crecemos son de verdadero revulsivo y revolucionario cambio social, momentos donde hay que intentar suprimir todo tipo de aprovechamiento particular cuando va en perjuicio de una comunidad y contra los interese de todo un pueblo que lucha (en muchos casos sin darse cuenta) por mejorarlo.
En el mes de abril o mayo del año 84, se aprobó un presupuesto de unos 30.000.000 millones de pesetas, para las obras de restauración del edificio, interior y exterior. Al pasarse las competencias a Castilla-León, estas obras dependen de la Consejería de cultura de la Junta, y de la propia delegación de Soria. Una vez terminadas las obras, serán entregadas al Ayuntamiento que es en parte el propietario del edificio.
Me voy a valer de la conversación mantenida entre los señores, llevada de forma intrascendental, que me dan lugar a hacer comentarios y preguntas de difícil respuesta pos absurdas e incomprensibles por parte de los causantes que me obligan a hacerlas.
En el patio interior del palacio, se encuentra un profundo aljibe que ha sido limpiado y restaurado. Al asomarme a verlo, comenté la perfección de su construcción y la profundidad que tenía. En esos momentos, se hizo uno de esos comentarios curiosos y absurdos; fue que habían salido del fondo piezas curiosas, que el delegado de Cultura se llevó a Soria. Piezas que no conocen ni han visto ninguno de los representantes del Ayuntamiento. Y aquí viene la primera de las preguntas. ¿Cómo es posible que el delegado de Cultura de Soria se lleve a la capital, mejor dicho a su despacho 8creo que estarán allí) cualquier tipo de piezas, con o sin valor, que por lógica pertenecen al Ayuntamiento y pueblo de Monteagudo, sin enseñarlas ni siquiera decirlo o comunicarlo en el momento de llevárselas’ Comunicarlo por encima cuando se encuentran en su poder o en su despacho, ya no tiene importancia ni valor, solamente tiene los tintes de supremacía y desprecio hacia un pueblo, dueño por lógica de esas piezas. Ya digo que no entro en su mayor o menor valor material, sino en el hecho en sí y en lo que significa.
En el interior tiene una balconada corrida, encima del patio, que se puede considerar ya casi terminada de reconstruir, me extrañó que faltaran unos tres o cuatro metros de balconada para llegar a cerrar el ángulo, y que además se ve perfectamente que anteriormente era así como estaba y que estos señores recordaban haberla visto hace muchos años en tal forma de finalización.
De aquí partió otro de los intranscendentes comentarios por parte del alcalde. Me dirigí (no recuerdo si al consejero de la Junta o al delegado de Cultura) con indicación y ánimo de que esa balconada fuese terminada en la forma que todos recordaban –y en verdad estaba- pero me contestaron que el presupuesto era el que tenían y la restauración estaba planeada de otra forma, que cuando les entregaron las obras si querían que lo ampliasen ellos. Enhorabuena, mi felicitación al dador de la contestación. Esperemos que jamás sea encargado ese señor de restaurar un antiguo coche, máquina de ferrocarril o simple carro, ya que si no se ha previsto, por incompetencia u olvido, en los planos de colocación de las ruedas o de alguna de ellas, difícil sería el poderla emplear. Y ahora la pregunta. ¿Cómo es posible esa respuesta?, cuando lo lógico es que si se ha aprobado un presupuesto de 30 millones, no se debe de dejar una obra coja o mal terminada, debe estudiarse y ver la forma de hacer una pequeñísima ampliación del presupuesto, que sería lo que podría suponer la terminación perfecta de la balconada. ¿No es incomprensible tan tajante negativa? El que así contestó, piense que está jugando con el dinero del erario, dinero de todos los españoles, dinero, por lo tanto, que deseamos sea lo mejor empleado posible, nunca de ninguna manera de la del “aliguí aliguí”.
Ahora voy a tratar del caso que más asombro e indignación puede causar, un motivo que puede dar al traste todo proyecto que se intente sobre el castillo-palacio y que pudiese beneficiar a todo el pueblo.
Hace años, una parte del palacio, concretamente parte del ala derecha, fue adquirida por una vecina de Quintana Redonda, fallecida y enterrada en el antiguo cementerio –que, por cierto, era de propiedad eclesiástica y sigue siéndolo, del cual posteriormente y dentro de otro artículo comentaré algo sobre él-. Sus herederos son dos –ignoro si señores o señoritas- mujeres que creo tienen residencia en Madrid, las que según referencias no han ocupado jamás esa parte del castillo.
Ahora viene lo curioso por tres vertientes o lados, una de la de las propietarias de esa parte, otra la del Ayuntamiento y, por último, por el Ministerio de Cultura, Consejería o por quien sea responsable del presupuesto de la restauración y conservación del castillo.
Las primeras eran propietarias de un montón de piedras en situación totalmente ruinosa, que con toda seguridad nunca habrían pensado en gastarse ni un duro.
(continuará)

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