jueves, 13 de marzo de 2008

ZÁRABES S.O.S.

Hace un mes aproximadamente, en mi recorrido sobre “Los Campos de gómara”, decía: “Su iglesia sentenciada a muerte”.
Desgraciadamente, mucho antes de lo previsto, se ha presentado la necesidad de que los habitantes del pueblo, mejor dicho de la villa, recurran con su esfuerzo económico a su salvación. Al decir habitantes, puede cometa un ligero error, no me refiero solo a los actuales habitantes, que por desgracia son muy pocos y de alta edad, sino que han de apoyar los hijos del pueblo, que desimanados por toda la geografía española, van durante algunos días del estío a Zárabes, a esos que siguen considerándose hijos o descendientes de la villa, a esos que arrendadas sus tierras, sus hacendades, regresan a recoger los beneficios que estas les proporcionan y producen.
Piensen unos y otros, que en el momento que tenga que cerrarse la Iglesia, que el culto no vuelva a celebrarse en ella (cosa que sucedería o sucederá inevitablemente si no se pone remedio URGENTÍSIMO), el pueblo desaparecerá a mayor ritmo.
Hoy viven pocos, pero se quiera o no, su fe, el amor a su pueblo que por nada del mundo desean abandonar, se desmoronará irremisiblemente, perdiendo su fe, su amor y hasta esa gran ilusión siempre mantenida de que algunos antiguos convecinos puedan regresar a residir algún día.
Desde estas líneas os pido a todos, a unos y a otros, AYUDAD, CONTRIBUIR con vuestro pequeño, regular o gran apoyo, tanto económico como moral a evitar ese cierre, ese inevitable hundimiento. Lo piden vuestras raíces, vuestro amor, ese amor que debéis sentir por el pueblo que vosotros y vuestros mayores luchasteis y lucharon, se hunda, desaparezca y de forma inexorable y triste pase a ese tenebroso y horrible olvido.
Gracias por salvar vuestra iglesia, vuestro pueblo, esto es empezar a salvar un trozo de esta maravillosa tierra llamada SORIA.


2 de junio de 1983

ZARABES

Situado a 1.041 metros de altitud; su única entrada se encuentra en la carretera de Gómara a Monteagudo en el kilómetro 24, casi frente con el cruce de Abión.
Antes de llegar al pueblo, merece la pena hacer un alto a unos 200 metros de la carretera, en su margen izquierda, parte un camino o sendero que bordea el denominado Monte de Zárabes. Para todo amante de la naturaleza es aconsejable hacer este recorrido; se encontrará con un bosque constituido por rebollos, robles, chaparras, algunos pinos, etcétera, su suelo cuajado de tomillo, romero y espliego, le llenará los pulmones de un aire impregnado por un conjunto de todos los olores que producen tan aromáticas plantas que le hará sentirse ligeramente drogado de placer, embargándole una ligera sensación de flotar, de hallarse fuera del mundo, se encontrará flotando por lugares etéreos. No, no es exageración de mente calenturienta, desde ahí mismo podrá contemplar uno de los más maravillosos, extraños y encantadores paisajes que se pueden ver. Teniendo la ventaja de que en los días de gran calor, el aire es refrescante, y en los fríos días de invierno, aún cuando la nieve cubra su suelo, el frío es mucho más llevadero que en ninguna otra zona despoblada. El paisaje desde este lugar nada más puede ser superado exclusivamente por el de La Peña del Alcázar, y así y todo en algunos momentos equiparable, me parece que solamente por esto, merece la pena el visitar la zona y el pueblo.
El pueblo está habitado por cinco personas; todas ellas de edad avanzada. Desgraciadamente –aunque nunca es tarde si la dicha es buena-, reza un antiguo refrán, que en este caso nunca mejor puede ser aplicado, le han instalado teléfono rural y acometida de aguas y alcantarillado. He dicho desgraciadamente porque estos servicios debieron tenerlos bastantes años antes y a lo mejor se hubiese evitado el abandono masivo de sus gentes. Sigue careciendo del más leve signo de pavimentación.
Su iglesia, románica primitiva, reformada seguramente en los siglos XVI ó XVII, se encuentra lamentablemente sentenciada a desaparecer, al haber cedido los cimientos y produciéndose por dicho motivo enormes grietas en sus muros, que prácticamente hacen insalvable su existencia, casi se puede asegurar su descendimiento al mismo tiempo que el pueblo dentro de no muchos años.
Visiten sus pocas calles y casas que quedan miren la panorámica desde su parte norte y este, aún siendo la misma que anteriormente hemos visto desde su monte, comprobarán con asombro que se transforma, se distorsiona, que queda convertido en bellezas contrapuestas, que cambian colores y formas, sentirá como si el aire o la brisa le murmurase en forma presuntuosa ¿Te gusta? ¿Lo encuentras hermoso? y se encontrarán contestando sin darse cuenta. Sí, es lo más grande, inmenso y bello, y nosotros, hombres insignificantes, nos tenemos que rendir en justa reverencia ante tanta grandiosidad y encanto.
Comprobar que un pueblo tan bonito esté sentenciado a muerte, que será otro de los muchos que terminen en el más triste y espantoso olvido, indigna y nos debe hacer pensar el porqué lo permitimos, qué razones han obligado y obligan a ello.
¿Explicación? ¡Ninguna! Solamente me causa una sensación de asco y pena unidos a otra revulsión e indignación a que éstos casos se den de forma tan seguida y continuada. Que hayan existido, existen y seguirán existiendo, esos grupos de mandamases o mandamenos, formados por desaprensivos y egoístas personajillos (aún cuando ellos se hallan, estén y estarán convencidos de que son grandes) que permitan y se permiten destruir de forma tan vil la naturaleza, pueblos, historia, y arte amparados por la abulia, abandono y desinterés de sus habitantes. Solamente desearía no tener que rezar otro Réquiem. AMEN.

ZÁRABES. RECORRIENDO LOS CAMPOS DE GÓMARA






Pequeño pueblo situado a 1.041 metros de altitud, seguramente desconocido –como tantos y tantos de la provincia- hasta por los habitantes de los Campos de Gómara. Enclavado entre los pueblos de Abión y Almazul. Su única entrada –hoy bien asfaltada- se encuentra en la carretera de Gómara–Monteagudo de las Vicarías, en el kilómetro 21. Habitado por cuatro familias, tuvo no hace mucho tiempo una treintena, que por circunstancias se encuentran desperdigadas en las grandes urbes que poco a poco fueron absorbiéndolas.
No voy a entrar en los motivos que han hecho que este pueblo al igual que otros se encuentre en estas condiciones; no, eso lo dejaré para otra ocasión, que bien merece dedicarle un artículo exclusivo.
Nada más deseo dar a conocer a los que habitan la comarca y a los que deseen pasar un buen día de campo.
A unos 200 metros de la entrada a la carretera que nos conduce al pueblo, y en su mano izquierda, parte un camino, cójalo, se encontrará a los pocos metros con una de las zonas más agradables de toda la comarca, con un monte que hay que pedir siga existiendo durante muchos años, mejor dicho, que jamás llegue a desaparecer. Pasar parte del día en él es una de las cosas más agradables de hacer en esos días templados o de fuerte calor veraniego, con enormes carrascas, frondosos robles y rebollos, algunos pinos, el suelo, lleno de plantas aromáticas como tomillo, romero y espliego, que al ser pisados, cosa inevitable, llena el ambiente de olores enormemente agradables por la combinación de aromas. En el extremo del camino, podrán deleitarse con la contemplación desde el pueblo de Zárabes al de Almazul y la Sierra del Costanazo una extraña mezcla de colores y cambio en el breve espacio de unas horas.
Después continúen hasta el mismo pueblo, recórranlo, no les pesará, conocerán uno que aún conserva parte de todo lo que fue. No esperen encontrar belleza arquitectónica alguna, ni aún en la iglesia, que puede decirse que se halla sentenciada a muerte y prácticamente imposible de intentar salvarla, pero conserva un “algo”, un aroma que si lo saben apreciar, les entusiasmará. Por otra parte hallarán en sus pocos habitantes una cordialidad y amabilidad, que honra a un pueblo y a una provincia. Por último, en su parte norte, volverán a encontrarse con el mismo paisaje que han visto desde su monte, que sabiendo que es el mismo, lo veremos totalmente cambiado sin poder definir en qué parte de los dos nos ha gustado más.
Si así deciden hacerlo algún día, comprobarán que la experiencia y la excursión “campera” bien ha merecido la pena.



Sábado, 7 de mayo 1983

ZÁRABES HOY






El 7 de mayo de 1983 escribí por primera vez sobre el pueblo de Zárabes. En aquel entonces, vivían simplemente cuatro familias que carecían de agua y teléfono, y además tenían poca electricidad. En el mismo hablaba de algo que sigue existiendo; a los pocos metros de la entrada de la carretera que parte del kilómetro 21 de Gómara a Monteagudo, ese pequeño ramal que nace en este punto, muere al llegar al pueblo. Esto sigue igual, igual, igual. Pero existe el encanto, la belleza y el olor que puede producirnos la explanada de esa arboleda cuajada de plantas aromáticas, como romero, tomillo y espliego, que al pisarlas según se va caminando dan deseos de tumbarse y dar vueltas, remozándose en esos maravillosos aromas que nos embriagan.
El pueblo apareció en toda la prensa comarcal, regional y nacional como así mismo en las emisoras de radio locales y nacionales en aquella fecha por tener en aquel año y unos cuantos mas a la alcaldesa de mayor edad de España. Su fotografía, su voz y sus pensamientos quedaron registrados de Angelita, este era su nombre, una persona que a sus más de setenta y tantos años aún se permitía el lujo de ir andando de su pueblo a Gómara, recorriendo una distancia de 10 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, como una lozana mozuela. Desgraciadamente, hace siete años, ella fue la última, falleció junto a su cuñado José, su hermana Basilia y la última, ella.
Esta corta familia era una verdadera enamorada y apasionada por su pueblo y por su iglesia. En aquel entonces, en el año 83, recuerdo haber escrito diciendo la tristeza que me daba el ver como aquella iglesia estaba sentenciada, cedían los cimientos, las paredes se agrietaron y su final era lógico: el hundimiento de la misma. En aquel entonces, Angelita, Basila y José lucharon porque si la iglesia se había hundido, por lo menos, poder celebrar algunos domingos en un recogido, y para ella especial, templo. Con la ayuda del párroco, también hombre sentimental y enamorado de todo lo que era iglesia, no solamente por su labor de cura sino por su espíritu artístico de buen pintor cuyo arte era y es de admirar, Florentino García Llorente, consiguieron que las antiguas escuelas del pueblo, se convirtiesen en una pequeña capilla donde poder celebrar los ritos de fiesta, festivos y todos los relativos a las tradiciones y costumbres.
Entre los años 83 y 86 se consiguió para Zárabes una perforación que permitía obtener el suficiente agua para el abastecimiento de sus pocos habitantes y para los treinta o cincuenta que acudían en verano a las fiestas del pueblo, el 15 de agosto, más conocido como el Día de la Virgen.
En estos últimos años se han recuperado de seis a nueve casas dotándolas de las comodidades suficientes para poder ir más a menudo y convertirlas, de este modo, en una segunda vivienda. En verdad, que merecen la pena.
El día 2 de junio del mismo año escribí otro artículo que titulé “Zárabes S.O.S” (compruébenlo en el Ayer de Soria donde está insertado). Si algún día el pueblo renaciera, por cualquier circunstancia, me gustaría recordar a todos sus futuros habitantes que puedo asegurar que si ellos pueden seguir viviendo allí, se lo deben a la gran persona que era su ex alcaldesa, Angelita, a la que, donde esté, quiero que reciba nuestro más emocionado recuerdo.

miércoles, 5 de marzo de 2008

TORLENGUA SE ENCUENTRA CON LAS MISMAS DEFICENCIAS DE AGUA QUE EL RESTO DE LA CUENCA DEL NÁGIMA









Pertenece a los Campos de Gómara y dentro de éstos a la zona conocida como las Vicarías. Se encuentra a mitad de camino de la carretera que une Gómara a Monteagudo de las Vicarías, está bañado por el río Nágima (eso de bañado es un decir, desde hace unos años, hay que esperar que lloren los pájaros para ver un poco de agua en su cauce) y su altitud es de 883 metros.
En el año de gracia de 1866, su población era de 455 habitantes y el pueblo estaba constituido por 79 edificios de una sola planta, 86 de dos y 5 de tres. Uno de esos edificios contabilizados en aquel año y ya con 100 más encima de sus muros, se sigue habitando, es uno situado frente al lateral izquierdo del nuevo y feo (ha sido pintado de un color tan horrible, que parece lo hay hecho alguien que rechaza el sistema de ayuntamiento) edificio de la Casa Consistorial, según reza una fecha tallada en la piedra superior que forma el arco de entrada, es del año 1783.
Tenía en aquel entonces bastantes colmenares (ignoro si hoy existen colmenas en el pueblo, es un dato que se me pasó el preguntar a sus habitantes) distribuidas por todo el término municipal, estando los más próximos a 1.393 metros y los más alejados a 5.572 metros. Había cuatro molinos harineros (no existe ya ninguno) que eran: de Andrés Gonzalo, situado a 600 metros, de Baltasar del Mazo, a 300 metros, de Clemente Garijo, a 1,3 kilómetros y el más alejado del pueblo el de Felipe del Mazo que se encontraba a 2,7 kilómetros. Ermita de Nuestra Señora del Pilar, patrona del pueblo y donde se celebra la fiesta del mismo, que estaba, y está en la parte posterior del pueblo a 100 metros, y la ermita de San Sebastián, que también sigue existiendo a 200 metros, a la entrada del pueblo y cerca del cementerio.
Cien años más tarde, su población era casi la misma, se había mantenido hasta entonces, siendo de 430 almas. Pero, diez años después en el 1977, el censo de las primeras elecciones, éste era de 186 de los que tenían derecho a voto (mayores de 18 años) 153, de los que usaron su derecho sólo 120. En el censo del año84, había descendido de nuevo a 170 y por último en las últimas elecciones del mes de junio éste había quedado reducido solamente a 144.
Todas las calles se encuentran pavimentadas, tiene alcantarillado y saneamiento, una tienda, un bar, centro cultural con bar y salón de actos para conferencias, proyección de películas, etcétera; luz más que suficiente para las necesidades y agua más que escasa para cubrir las mínimas necesarias. Frontón de juego de pelota recién reparado y terminado, gracias a la ayuda recibida del IRYDA de 200.000 pesetas y el resto a la aportación de todo el pueblo. El edificio del ayuntamiento ya he dicho que es de nueva construcción, pena del “colorcillo” con que ha sido “decorado” exteriormente. ¡No va a ser todo perfecto en esta vida y tampoco en el pueblo! Esperemos que cuando haya que volverlo a pintar de nuevo, se escoja un color que no “decore” tanto, la construcción lo merece.
La iglesia es de estilo gótico la parte correspondiente a la nave desde las dos capillas existentes en sus laterales al altar mayor, el resto hasta la torre, debió hundirse y desplomarse, por la nueva construcción, creo que sería a principios del 1800, siendo por lo tanto nueva esa parte. Los tejados han sido reparados y arreglados no hace mucho tiempo (¿dos años?) con la aportación de trabajo y económica del pueblo. La parte gótica que se mantuvo y mantiene será posiblemente de mediados del siglo XVI. El año pasado, se empezaron a picar las paredes para dejar la piedra vista, se han paralizado las obras, es lástima que no se decidan entre todos a terminar la labor emprendida, la piedra que aparece en las capillas y los muros, la correspondiente al altar mayor seguramente será de la misma calidad, es casi, la podríamos calificar, de sillería, para poder dejar toda esa zona convertida en un verdadero monumento, los retablos que ocupan estas partes, aún sin ser de una calidad muy buena, se realizarían de manera maravillosa, ganando todo el interior de la iglesia gran valor en belleza.
El exterior bien conservado, excepto el atrio y pórtico de entrada, sobre todo el primero que se encuentra lleno de escombros, y de suciedad por culpa de las hierbas y hasta de los sacos de plástico allí tirados. No concuerda que un pueblo que tiene tan cuidadas y limpias sus calles, se permita mantener un atrio en esas condiciones, siendo un espacio no grande y símbolo de la atención del pueblo por muchas circunstancias. Por ejemplo, es el paso al único monumento del pueblo.
Las ermitas, tanto la de la Virgen del Pilar, patrona del pueblo, está perfectamente arreglada; no así el entorno; la de San Sebastián últimamente arreglada y a la que se desea terminar poniéndole nuevo suelo, son junto con la iglesia lo más destacable del pueblo.
El verdadero problema es el de la falta de agua. El alcalde, José Alejandro Pérez, que ocupa el cargo desde las últimas elecciones municipales, me dice que para intentar solucionar algo el problema se hizo un sondeo de 1076 metros de profundidad, que ha resultado inútil por la poca cantidad de agua conseguida. También se intentó buscar una solución con la limpieza de la fuente de donde se surte de agua instalando una tubería pero tampoco ha resultado eficaz. El problema no se ha subsanado y sigue existiendo.
Hablé con él al igual que hice con el de Fuentelmonge y Monteagudo sobre la posibilidad de la creación de una Mancomunidad de los pueblos que son regados por el Nágima, para poder conseguir un trasvase del sobrante de las aguas del invierno del Duero. Esto serviría para, haciendo unos pequeños diques en zonas naturales, solucionar primero el abastecimiento de los pueblos que se encuentran tan deficitarios y necesitados de este elemento tan imprescindible y segundo, para fertilizar toda la extensa vega que ocupan los términos de estos pueblos por donde discurre el Nágima, tierras enormemente fértiles y que podrían dar unos nuevos y mejores cultivos, no teniendo que estar solamente pendientes del cereal. En épocas muy pasadas y seguramente desconocidas por los habitantes que van quedando, toda esta vega era, comparada con el resto de los Campos de Gómara, enormemente rentable. Para demostrarlo voy a transcribir algo que demuestra que bien atendidos los campos de estos términos municipales, producen otros tipos de productos alternativos que pudieran dar un impulso para que no sólo se dejasen de despoblar, sino de poder empezar a recuperar algunos habitantes por el necesario aumento de mano de obra. Dice así: “Pues en los mismos lugares del Arciprestazgo de Gómara (son todos los pueblos) con el nombre de Vicarías, que confinan con Aragón, se coge vino, garbanzo, cáñamo y mucha alubia, también azafrán”. Añadamos a esto la posibilidad de volver a instalar los antiguos y numerosos colmenares.
Si en aquellos años de donde he sacado transcripción (año 1788) sin grandes medios y posiblemente con los mismos inconvenientes, a lo mejor un poco aminorados, de la poco agua del río, aún cuando parece que por entonces era algo más importante el caudal del mismo, se cultivaba todo eso, ahora, conseguido un caudal suficiente para el abastecimiento de los habitantes y sus necesidades, cada día mayores por el actual sistema de vida, volviendo a emplear aquellos cultivos, más los que las nuevas técnicas y gustos pueden ofrecer en los terrenos de zonas de huertas y regadío, unido a su temperatura, debido a su altitud, es muy buena, con respecto a otras zonas de la comarca, no tardaría en verse cambiar y transformar a todos estos rublos, entre ellos a este de Torlengua.
Solamente les falta también solucionar el problema de las basuras, en forma algo distinta del empleado ahora.
Esperemos que se logre ese trasvase y podamos ver cambiar el aspecto y la vida de éste y los demás pueblos, no sólo en beneficio de ellos, sino de toda la extensa zona que abarcan las Vicarías, y por lo tanto de la provincia.