lunes, 14 de abril de 2008

VILLAR DEL RIO. HOY 14 de abril de 2008

En el mes de marzo, últimos días del mismo, deseo volver a Villar del Río para comprobar la diferencia que del 1986 a día de hoy; quiero conocer los cambios que ha sufrido. Dicho esto, vamos a ir señalando las mejoras apreciadas nada más darse un pequeña vuelta por la villa.
Lo primero y más importante es tener que agradecer a los hados y, en esta ocasión, también al cambio mental de los habitantes que han empezado a comprender que la limpieza de calles es una necesidad y una virtud. Hoy puedo asegurar y aseguro que se puede circular por las calles y por la plaza sin tener que estar machacando con los pies, como sucedía en aquel entonces, la enorme cantidad de aceitunas negras dejadas por la multitud de ovejas. En aquel entonces terminabas creyendo que estabas dentro de un trujal y que convertido en un cono de piedra te hallabas triturando todas aquellas heces que, desgraciadamente, no soltaban ni una sola gota de buen aceite sino que solamente servían para perfumar el ambiente con sus fétidos olores.
Me ha maravillado y asombrado al mismo tiempo el ver que en la época actual donde la preponderancia de las máquinas ha servido para mejorar el trabajo domiciliario de las mujeres y de los hombres, el evitar barrer con escobas y, sobre todo, que la ropa se meta en un cacharrito que se pone en marcha y, al cabo del tiempo cuando pita, es que él solito ha terminado de lavar la ropa. ¡Se acabó por fin! aquellas escenas de ya hace muchos años en la que las mujeres cargadas con unos cestos de ropa, una pala y un taco de jabón iban al lavadero para limpiar y lavar de toda la colada existente en el domicilio. Yéndose, hiciese frío o calor, al lavadero municipal y darse una verdadera paliza para dejar lo más limpia posible aquella ropa que había llevado cargada en un cesto. ¡Si, efectivamente causa admiración!! puesto que en el momento en que ya ha dejado de tener utilidad lo que era un lavadero municipal en Villar del Río se han permitido el construir uno nuevo en una pequeña plaza bien pavimentada y que en una parte de sus partes retiradas un poco del lavadero han instalado una mediana cocina para poder asar o cocinar alguna paella o algo similar. El interés y motivo de instalar eso para mis pocas luces queda sobre valorado.
También la construcción cerca del lavadero, tengo que deducirlo por mi poco interés en preguntar sobre cosas raras y es por la construcción de una especie de baño en cemento o a lo mejor equivocado pudiera que se tratase de un abrevadero para ganado, si así fuese, muy difícil de digerir que sirva para ganado lanar, o también caballar o vacuno. Para los primeros, muy difícil por la altura y para los segundos, no comprensible que pudieran acercarse como antiguamente a satisfacer su sed.
Otro detallito muy majo es a la entrada de la carretera, antes de girar hacia el pueblo, en vez de seguir en línea recta, tiene una curiosa curva, casi podemos decir que encima del frontón, y otra a la derecha con dirección al centro pueblo y pasando por el lateral derecho de la iglesia.
Todo aquel conductor que vaya un poco distraído o simplemente deseando contemplar alguna curiosidad del pueblo pudiera verse dando tumbos por haber caído en una zanja inesperada situada en la curva y con una cuneta de una profundidad de más de medio metro. Afortunadamente, con gran inteligencia, la farmacia ha sido instalada frente a esa misma cuneta pensando en que, aún siendo farmacia, pudiera ser de gran utilidad para los primeros auxilios de traumatología por la posibilidad de que el coche que tenga la desgracia de pisar ligeramente la tétrica cuneta, agradecería una vez sucedido, la asistencia allí mismo de una rápida ayuda y auxilio por parte de los farmacéuticos.
En la iglesia, gracias a la futura beatificación del hijo de Villar del Río, que nació en 1573, Cosme Muñoz Pérez, se hizo una ofrenda al futuro beato, por lo que tuvieron el detalle de arreglar el interior de la nave y limpiar los retablos y colgar en una de las capillas un cuadro del futuro beatificado del cual se hicieron unas estampas (como la que se muestra junto a este artículo) en el cuarto centenario de su muerte (1607-2007). Acudieron gentes y clero de la provincia de Córdoba, sitio donde su recuerdo es muy querido, y como es lógico de Soria. Encuentro la gran semejanza de postura y atuendo de Cosme con Ignacio de Loyola.
Me afirmaron que la restauración de todo la había hecho una escuela de arte, si mal no recuerdo, procedentes de León. Sinceramente, no les puedo felicitar.
Se encargaron también de la restauración del cuadro de San Jorge, del taller de Vicente López el cual, en el año 1983, pude admirar de pleno la belleza del colorido, del trazo de los pinceles muy bien dirigidos (perdón por lo de muy bien), debo decir maravillosamente dirigidos, el cual al estar situado entre un montón de sillas, le habían ocasionado una rotura al lienzo de esas llamadas “un siete”, de tamaño más que regular.
En aquel entonces aconsejé y rogué que lo colgaran en un sitio visible de la ermita pero, que bajo ningún concepto, a no ser que fuese por personas muy expertas en el trabajo de la restauración (que precisamente no es hacer buenos platos alimenticios), no se hiciese por verdaderos especialistas. Mi asombro fue que lo habían restaurado, que seguía colgado en la ermita de la forma más absurda, ya que hacía muchos años que se tenía que haber cambiado de situación, y haberlo puesto en la pared frente a la que se encuentra ahora puesto que su actual ubicación impide totalmente el poderlo contemplar. La prueba está, que aún llevando la cámara de fotos un potente flash, me fue imposible, igual que a todo el que lo intente, fotografiarle, debido a que la luz que entra por el único ventanal que existe impide, por lógica, el poder realizar la labor al fotógrafo o que la vista de los ojos que puedan contemplarlo, puedan conseguirlo.
¡Enhorabuena! O mejor es creer que sobre arte y calidades del mismo, cualquiera por desconocimientos que tenga será imposible evitar que se consideren lo suficientemente capacitados para consentir que se restaure una tela en una pintura de esa calidad, de esa importancia y de ese arte, agregando además permitir y consentir, y no sé si por ahorrar algo de dinero, que si fuera así aún sería más absurdo, restaurar un cuadro de esa categoría y calidad.
Hoy en día el pueblo dispone de dos bares, uno frente a la iglesia y el otro, al fondo de la plaza. La pavimentación es muy buena, potencia eléctrica tiene más que suficiente. El producto más esencial que es el pan, al carecer actualmente de panadería, se lo llevan cada dos días, quiero recordar, del horno de San Pedro Manrique. El teléfono hoy en día ya no es problema; los conocidos como fijos se van reduciendo de día en día, y móviles hay suficientes para quintuplicar el número de habitantes.
Sin ánimo por mi parte de ofender a nadie, les aconsejo a todos los habitantes que a tres kilómetros del Villar se encuentra un maravilloso pueblo llamado Bretún, que olvidándose de la desgracia y pena que se ha cometido en él por la incapacidad de un arqueólogo diputacionil, la destrucción de tantas y tantas valorizadas huellas de dinosaurios. No solamente las huellas, sino también los esqueletos de tres de los mismos que habían, antes de que de forma cerril mastuerza, se destruyeran. Pero…. Dejando eso aún lado, la restauración de muchas casas, el rejuvenecimiento del pueblo manteniendo su belleza y la asombrosa e increíble situación en la que se haya la iglesia no les vendría mal contemplarlo y admirarlo y decir….¡Nosotros lo vamos a hacer mejor!
Si eso se consiguiese, les aseguro que todo aquel que contemplase Villar del Río tendría que gritar: ¡Aleluya, ahora sí!

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