martes, 15 de abril de 2008

BRETÚN O EL PASO MILENARIO DE UNAS HUELLAS

Martes, 8 de julio de 1986

Con fecha 10 de septiembre de 1983, escribía en un periódico provincial sobre las icnitas de dinosaurio en el pueblo de Bretún (huellas dejadas en terreno blando y solidificadotas al paso de los siglos), lo siguiente: “Icnitas de Dinosaurios, animales enormes que existieron hace la friolera de un montón de siglos”. “Antes animales enormes dejaron sus huellas, ahora, enormes animales dejarán que se destruyan, cometiendo una enorme animalada”.
Con fecha 11 de febrero del 1984, insistía sobre el tema diciendo: “Insisto, machaco y seguiré machacando, hasta que alguien de los encargados de ello se decidan por hacer algo práctico”. “Las únicas que no tienen protección alguna, y, que de seguir así terminarán desapareciendo no tardando”. “Lo importante de esta vida es dejar huella del paso por ella. Si esos animalitos las dejaron, debemos intentar conservarlas para esos ‘homos’ dispuestos a estudiar y saber ciertos orígenes”.
Han pasado de la última referencia solamente dos años y dos meses y he podido comprobar que mi primera anotación humorística era hecha realidad. “Ahora enormes animales dejarán que se destruyan, cometiendo una enorme animalada”. Qué pena da de tener algo de “profeta visionario del futuro”. Claro que era fácil prever que tarde o temprano tenía que suceder esto, la despreocupación de los responsables arqueólogos de los distintos organismos de cultura (con minúscula) y Diputación, habrán impedido que ni siquiera estén enterados de la destrucción de gran cantidad de las mejores icnitas por unas máquinas dedicadas a la construcción de un camino.
Seguro que será ahora cuando se enteren, no por leer el artículo sobre Bretún (que no creo que tampoco leerán mucho), son que será porque alguien les comente el caso. Pero no se preocuparán, ellos seguirán lo mismo de atentos a estos sucesos. Harán lo de siempre: ¡Nada! ¡Ni caso!
También se han cortado y guardado en alguna casa trozos de rocas donde se hallan impresas (o sea, se han destruido) en espera posiblemente de saber la cotización que pueden alcanzar en el mercado libre de venta especulativa arqueológica, o quizás, a lo peor, esperar a conocer su cotización en la Bolsa.
¡Pobre ilusos! Es tan grande la ignorancia y tan enorme el desconocimiento de la realidad, que sólo saben hacer como el que quiso la gallina de los huevos de oro, la matan y es después cuando se dan cuenta que ya no les sirve para nada.
Pero ¿cómo nos vamos a extrañar de estos casos en parte tan lógicos? ¿Acaso ha ido alguien de la Diputación, de Cultura, o del Museo a verlas por casualidad? Creo que no. ¿Se han molestado algunas de esas personas que perciben unos buenos sueldos para preservar aquello por lo que dicen que trabajan, de informar a los habitantes de que el verdadero valor de las huellas no es precisamente “Pesetísimo”.
¡Qué desprecio, Dios! ¡Qué desprecio a todo lo hermoso que tiene la provincia! No es extraño que día a día se hunda y abandone más. Y así seguirá, mientras todos aquellos que son responsables de las distintas áreas, tales como arqueología, turismo, agricultura, ganadería, etc, se crean que sólo pueden y deben estar ocupando sus sillones, en cálidos y refrigerados despachos (según las estaciones, se entiende que las climatologías, pues de las otras ya tampoco quedan en la provincia) y cobrar sus saneados y no trabajados sueldos.
A Soria le sucede como a los “hijos de papá”: es tanta y tan enorme riqueza artística, arqueológica, paisajística que no se han preocupado de conservar el tesoro que tienen sus mayores y han despreciado sus riquezas atesoradas.
Cuando se han querido dar cuenta empieza el declive al irse menguando sus riquezas, entonces, es cuando empiezan a darse cuenta que están acabados y arruinados y que son incapaces de salir adelante por si solos.
Afortunadamente son tantas y tan enormes sus bellezas y riquezas que por mucho que se ha destruido y destruye no han sido capaces de acabar con ellas. Pero hay que poner medios rápidos, ya que de seguir así, es posible que se consiga al fin al terminar con todo.
Bretún también es otro de los pueblos afectados por las medidas del famoso Decreto Ley del 1972.
El porvenir de Bretún es más negro que el fono de una sima en noche cerrada. ¿Se podría salvar de su muy próximo abandono? ¡Claro que sí se puede salvar!
Reúne condiciones más que suficientes para lograrlo si se ponen los medios para ello, pero de momento y en la situación en que se encuentra es prácticamente difícil.
Está situado a tres kilómetros de Villar del Río, a una altitud de 1.125 metros, bañado por el río Cidacos y con paisajes que al contemplarlos con un poco de imaginación nos transporta a otros momentos de la historia y de la vida del hombre, sintiendo una enorme paz que embarga todo el espíritu.
Viven en él solamente 16 personas, de las que se encuentran menos tres, todas jubiladas. No tiene calles pavimentadas, carece de saneamiento, alcantarillado, teléfono, agua, aun cuando parece se la van a poner pronto. Esto le animará un poco; se tienen solicitadas (y pagadas) 32 acometidas. El médico acude al pueblo una vez cada quince días aún sin ser solicitado, y tantas veces como es requerido. Se consideran (y así debe de ser) perfectamente atendidos. El sacerdote que reside en San Pedro Manrique, acude normalmente una vez al mes. Al carecer de agua, se sigue empleando el lavadero público, que está situado a las afueras del pueblo, en la margen izquierda del río.
Tiene poca agricultura y la ganadería cuenta con 21 cabezas de vacuno y 300 de lanar; también se siguen atendiendo algunas huertas.
En la visita a la iglesia, lo primero que tuve que admirar es el uso dado al pórtico, que consta de tres arcos. En el primero se encontraba resguardado y bien aparcado un tractor; en otro una sembradora y un embudo de fertilizantes; el del centro no tenía de momento nada, se dejaba despejado el paso a la iglesia.
Ignoro si estas máquinas estaban colocadas como contrapunto y contraste de la modernidad de las máquinas y la antigüedad de las piedras, aun cuando de reconocer que nos soy partidario y no me gustan en absoluto los contrastes, los considero de mal gusto y de algo que no quiera tener que decir con todas las palabras. Adosado a su izquierda está el cementerio.
El exterior es de fábrica corriente sin nada digno de destacar. El interior demuestra dos épocas; la correspondiente al presbiterio, sacristía un cuarto de la nave central, corresponde, seguramente a los principios del silgo XVI, de estilo gótico; y el resto de las naves y coro y baptisterio, por ampliación de la iglesia o más posiblemente por hundimiento, fue construida, según figura la fecha en el techo el año 1755, siendo su estilo el propio de este siglo. En retablos y altares nada digno de destacar.
Existe sin embargo un detalle curiosísimo y poco usual por su originalidad. En la capilla del Sagrado Corazón de Jesús, situada cerca de la entrada, a la izquierda del presbiterio, hay tres grandes telones decorados con motivos de la pasión del Señor, muy bien conservados a pesar de contar con cerca de un siglo de antigüedad, en donde me hincaron se representaba por gentes del pueblo un Acto Sacramental tengo entendido, con gran raigambre popular.
Aun cuando con algunas de sus casas semihundidas, con las máquinas agrícolas dentro del pórtico de la iglesia, a la que se convierte en garaje; a la ausencia del teléfono y agua, merece de verdad la pena el ir a conocer Bretún, no sólo por la gran belleza de sus paisajes y lo poco que nos pueda atraer el contemplar las huellas que dejaron aquellos grandes animales que recorrieron esa parte de la provincia dejándolas como recuerdo de su existencia y paso por la tierra para que al cabo de millones de años las podamos admirar.
Y hay que darse prisa en hacerlo, ya que de no ser así, es muy posible no den lugar a verlas, pues entre unos y otros lograrán la desaparición total de las mismas. Si hemos de pensar que alguien de la Administración o Diputación hagan algo por salvarlas ¡estamos apañados, amigos! Seguro que si tardan un poco y no las podrán seguir contemplando.
Termino con un grito que se acostumbraba años ha. ¡Dios salve a Bretún! Si Dios no lo salva, no creo que los encargados de hacerlo muevan un solo dedo o dejen de sentarse un solo momento en sus butaquitas para hacerlo.

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