miércoles, 20 de febrero de 2008

SAN ANDRÉS DE SAN PEDRO O LAS FILIGRANAS PARA PODER BEBER AGUA POTABLE

¡Oh! Qué maravilla, qué encanto y placer he sentido al conocer este increíble pueblo. ¡Gracias, dioses del Olimpo! Alabado seas, poderoso Zeus, por permitir a este pobre mortal el contemplar tal joya, imposible de encontrar en otro lugar que no sea en esta encantadora, maravillosa y ancestral provincia.
Nadie crea que padezco de un misoneísmo religioso y me encuentro anclado en los tiempos del politeísmo sublime; no, es simplemente que después de visitar, recorrer el pueblo y hablar con sus habitantes, no queda más remedio que sentirse y creerse que me encontraba en el siglo VII antes de J.C.
Por eso agradezco a los gobiernos que han regido, rigen y pido a los hados sigan rigiendo esta extraña provincia de Soria, sigan manteniendo el pueblo en las mismas condiciones en que se encuentra actualmente para poder entender como se vivía en el siglo señalado. Bueno entonces es posible que las condiciones de vida fueran bastantes superiores a las de ahora, pero de lo malo, y procurando hacernos a la idea, suprimiendo algunos de los muchos defectos e inconvenientes que hoy tiene, nos podemos sumergir y creer que estamos en aquella época. Sería muy lamentable que de golpe saliera alguien arreglando y mejorando las condiciones de vida de sus gentes y nos impidieran el poder conocer, como podemos hacer ahora, cómo debe de ser la vida en un pueblo de los denominados septimundistas (significa cuatro veces peores condiciones de tercermundistas). Para evitarlo aconsejaría les fuesen suprimidos dos artículos que poseen y que en otras partes de la provincia son considerados como superlujo; me refiero a la luz y al teléfono, y se les dotase de antorchas y montones de leña o tan-tanes para que se pudiesen iluminar en consonancia con el pueblo y enseñándoles el sistema de señales de humo y lenguaje tan-tan-ero, para comunicar sus cuitas y pesares, así se lograría totalmente el fin deseado, el que se marche del pueblo hasta el último gato o conseguir tener perfectamente conseguida una reserva ecológica-homus-celtibéricos-preneandertal.
Por si desea alguien tener la satisfacción de admirar tan bello, extraño e increíble pueblo, me voy a permitir darles las normas para poder llegar a él, ya que desgraciadamente en los planos que he podido examinar de la provincia, no hay dato indicador de él como cosa rara y extraordinaria.
Hay que ir por la carretera C.115 de Soria a Calahorra, al llegar al cruce que indica el pueblo de Oncala, tomar esa bifurcación, pasado este pueblo y siguiendo hacia San Pedro Manrique, a los pocos kilómetros hay otro indicador que dice el nombre del pueblo, pero sólo indica eso, el nombre, no hay señal alguna que nos incite a desear, admirar y contemplar uno de los casos que existan posiblemente en toda Europa. Les voy a pedir que me sigan y les iré explicando un poco del pueblo y sus condiciones de habitabilidad y vida.
Y entramos al pueblo, lo que tenemos a la derecha son unas naves de ganado, no puedo decir qué tipo de ganado es el que se guarda en ellas, pero por lo que iremos viendo posiblemente se traten de unas especies únicas y raras que deben de tener que ver algo con los camellos africanos, por la resistencia a la falta de líquido bebestible.
A la izquierda tenemos la iglesia, consiste en una sola nave con capilla y sacristía, espadaña, los tejados y fachadas muy bien arreglados, lo hicieron hace unos diez años, posiblemente en un año que llovió mucho y se tenían suficientes baldes para recoger las aguas. Su construcción posiblemente se remonte a finales del S.XVI, pero casi puedo asegurar que se construyó en el lugar donde debía hallarse una anterior iglesia románica, por las huellas que de ella hay, por ejemplo: la pila del agua bendita a la entrada del templo y un capitel rescatado y colocado sobre una gran piedra de molino y rematada con una cruz de hierro, que nos hablan de que pudieran ser de la antigua iglesia románica que acertaríamos seguramente al situarla entre los siglos XII-XIII.
Sigamos y entremos en la calle principal del pueblo, esta si que es una verdadera maravilla, por lo que debemos pedir a los hados y a sus habitantes procuren mantenerla siempre igual que está ahora, ese empedrado tan enormemente encantador que hoy tiene y que contemplamos embelesados. La casa que hay en segundo lugar a la izquierda y que está reparándose, con esa bella tapia de piedra, pertenece a un matrimonio que reside en Soria, el marido, se llama Elías Martínez, es un hijo del pueblo que ama de verdad al igual que su mujer e hijos, es un hombre chistoso y lleno de humor, va al pueblo todos los sábados, domingos y todos los días que puede, con sacrificio, trabajo y esfuerzo, la ha arreglado por dentro y por fuera de la manera que ven, por dentro con un sentido del humor digno de admiración ha instalado hasta cuarto de baño. Después me he enterado que se han arreglado y están arreglando otras cuantas que ya iremos viendo durante el transcurso de la visita, y todos con el mismo sentido del humor que el amigo Elías, también han instalado cuartos de baño, pues opinan que, cuando les llegue la hora de la jubilación es posible deseen residir en el pueblo y aún cuando les faltan unos años y saben que esas cosas que han puesto en las casas no les van a servir de nada en absoluto, creen que será una buena forma de distracción al sentarse en una silla, abrir los grifos instalados y contemplarlos haciendo apuestas que día, mes y año saldrá algo que no sean gusanos, sanguijuelas u otros simpáticos tipos de arácnidos.
Esa explanada que tenemos a continuación a nuestra derecha, sí, esa que se levanta así como un metro y medio de la calle, la que está llena de montones de basuras y estiércol, es con el único fin de impedir el atrofio de las pituitarias, ya que éstas tendrán que ser protegidas en varias ocasiones por el exceso de aroma peculiar de estos montoncitos, pero ¡qué demonios! el tirarlos retirados del pueblo impediría el disimulo que hay que emplear con ellos para ocultar otro tipo de aromas aún peores y delatar a los que en ciertos momentos necesitan hacer urgentemente sus deposiciones intestinales.
No, no miren hacia la izquierda cuando pasemos por esos dos pequeños callejones, sigan mirando el pavimento del suelo y se evitarán el triste espectáculo de tan gran suciedad. Pero no es todo tan ingrato si alguno de Vds., tiene ahora necesidad de hacer pipí o caca (que fina es esta forma de escribir) aprovechen la ocasión, los demás taponamos el callejón y evitamos que nadie vea las vergüenzas del que tiene necesidad de ello, otro sitio no encontrarán, tengan en cuenta que nuestros antepasados ignoraban lo que eran los saneamientos ni los alcantarillados, no nuestros antepasados romanos, estos ya los habían instalado en sus ciudades, antes de ellos, antes, mucho antes.
Torcemos a la izquierda, llegamos donde algunos vecinos dicen que está el frontón (son unos cachondos capaces de reírse del mundo), un poco antes, hay una fuente pública, donde mana un agua digna de verse correr, es una de las dos que existen en el pueblo, hace unos 50 o más años que la construyeron y se surte de un manantial, fueron hechas antes que la carretera que nos ha traído al pueblo, en aquel entonces se tuvieron que traer los tubos a lomos de mulos o mulas (otro encanto que nos ha suprimido con la carretera ¡qué se le va a hacer!). Qué preguntan, ¿qué si pueden beber un traguito de agua porque tienen sed? Ni hablar, no se les ocurra siquiera, las dos fuentes que utilizan el mismo canal, los mismos tubos y que tienen la misma agua, se encuentran contaminadas, pero sin embargo, sí podemos pasar un rato agradable abriendo el grifo y haciendo apuestas de cuantos gusanos, sanguijuelas (no estoy hablando de nadie de la administración ¡Dios me libre! Es de los bichitos que eran empleados para chuparnos la sangre) y otros raros bichos, que seguramente nos serán desconocidos, se pueden llegar a reunir en un solo cubo de agua. ¿No es emocionante? Para que no me pregunten y anticipándome a los que lo piensan, les explicaré como se puede llegar a beber este líquido que no es incoloro, ni insaboro. Se pone una garrafa, cántaro o algo similar debajo del grifo, en la boca del cántaro se coloca un paño y un filtro con todos los animalitos o insectos que se hallan depositados en él (no merece la pena conservarlos para nada, se pueden coger continuamente), se lleva a casa el agua, se vacía un puchero, se pone a hervir a fuego fuerte y se espera al igual que la leche a que dé por lo menos tres hervores; una vez realizada esta operación se trasvasa a otro recipiente y entonces se le echa unas gotas de lejía y ya la tenemos lista para podérsela dar a beber a cualquiera de los culpables de esta situación que padece el pueblo.
Bajando hacia la derecha, nos encontramos frente a una plazoleta a la que llegamos después de bajar unos cuantos escalones de piedra, la escalera está custodiada como guardianes por dos moreras y al final de la plazoleta está rematada por otros dos de esos árboles. El edificio que hay situado a la izquierda, según bajamos, fue la casa del maestro, las escuelas de las niñas y, el situado a la derecha, la escuela de los niños; hoy en día la primera está alquilada a un hijo del pueblo y la segunda en muy malas condiciones, tiene conservados y amontonados los pupitres que sirvieron para que aprendieran las letras los niños, cuando en el pueblo había de eso. De la parte posterior de la escuela de niños, no se asomen, da pena ver tal cantidad de estiércol y basura.



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