jueves, 13 de marzo de 2008

ZÁRABES HOY






El 7 de mayo de 1983 escribí por primera vez sobre el pueblo de Zárabes. En aquel entonces, vivían simplemente cuatro familias que carecían de agua y teléfono, y además tenían poca electricidad. En el mismo hablaba de algo que sigue existiendo; a los pocos metros de la entrada de la carretera que parte del kilómetro 21 de Gómara a Monteagudo, ese pequeño ramal que nace en este punto, muere al llegar al pueblo. Esto sigue igual, igual, igual. Pero existe el encanto, la belleza y el olor que puede producirnos la explanada de esa arboleda cuajada de plantas aromáticas, como romero, tomillo y espliego, que al pisarlas según se va caminando dan deseos de tumbarse y dar vueltas, remozándose en esos maravillosos aromas que nos embriagan.
El pueblo apareció en toda la prensa comarcal, regional y nacional como así mismo en las emisoras de radio locales y nacionales en aquella fecha por tener en aquel año y unos cuantos mas a la alcaldesa de mayor edad de España. Su fotografía, su voz y sus pensamientos quedaron registrados de Angelita, este era su nombre, una persona que a sus más de setenta y tantos años aún se permitía el lujo de ir andando de su pueblo a Gómara, recorriendo una distancia de 10 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, como una lozana mozuela. Desgraciadamente, hace siete años, ella fue la última, falleció junto a su cuñado José, su hermana Basilia y la última, ella.
Esta corta familia era una verdadera enamorada y apasionada por su pueblo y por su iglesia. En aquel entonces, en el año 83, recuerdo haber escrito diciendo la tristeza que me daba el ver como aquella iglesia estaba sentenciada, cedían los cimientos, las paredes se agrietaron y su final era lógico: el hundimiento de la misma. En aquel entonces, Angelita, Basila y José lucharon porque si la iglesia se había hundido, por lo menos, poder celebrar algunos domingos en un recogido, y para ella especial, templo. Con la ayuda del párroco, también hombre sentimental y enamorado de todo lo que era iglesia, no solamente por su labor de cura sino por su espíritu artístico de buen pintor cuyo arte era y es de admirar, Florentino García Llorente, consiguieron que las antiguas escuelas del pueblo, se convirtiesen en una pequeña capilla donde poder celebrar los ritos de fiesta, festivos y todos los relativos a las tradiciones y costumbres.
Entre los años 83 y 86 se consiguió para Zárabes una perforación que permitía obtener el suficiente agua para el abastecimiento de sus pocos habitantes y para los treinta o cincuenta que acudían en verano a las fiestas del pueblo, el 15 de agosto, más conocido como el Día de la Virgen.
En estos últimos años se han recuperado de seis a nueve casas dotándolas de las comodidades suficientes para poder ir más a menudo y convertirlas, de este modo, en una segunda vivienda. En verdad, que merecen la pena.
El día 2 de junio del mismo año escribí otro artículo que titulé “Zárabes S.O.S” (compruébenlo en el Ayer de Soria donde está insertado). Si algún día el pueblo renaciera, por cualquier circunstancia, me gustaría recordar a todos sus futuros habitantes que puedo asegurar que si ellos pueden seguir viviendo allí, se lo deben a la gran persona que era su ex alcaldesa, Angelita, a la que, donde esté, quiero que reciba nuestro más emocionado recuerdo.

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