miércoles, 4 de junio de 2008

PAONE PERTENECE AL AYER


PAONES

14 de marzo de 1987

Fue municipio hasta hace pocos años en que perdió su identidad y pasó a ser considerado como barrio de Berlanga de Duero de la que le separan solamente 5,7 kilómetros. Ha sido uno de los pueblos de la provincia que se pueden considerar como de los que más han sufrido el abandono de sus gentes.
En el año 1866, su población era de 351 habitantes, estando formado el pueblo por 29 edificios de una planta y cuarenta de dos, tenia agregado el anejo de Ciruela que lo formaban 15 edificios de una planta y 25 de dos. Cien años más tarde la población alcanzó la cifra de 450 almas, hoy, en el mes de septiembre de 1986 su población se ha reducido a la enorme cantidad de nueve personas, de las que cinco de ellas superan los 65 años de edad.
La cruza por el centro la carretera de Berlanga de Duero a Retortillo de Soria, a la entrada del pueblo nos encontramos con el edificio de la iglesia, desmantelada y hundidita. No lo puede remediar, pero cada vez que veo una iglesia en esas condiciones, algo me dice que el pueblo ya no tiene salvación, a pesar que como en este caso, parezca que alguno de sus antiguos habitantes quieren demostrar lo contrario con la recuperación de las viviendas que están efectuando, sobre todo en los tres últimos años, algunas de las cuales, que he tenido el gusto de ser invitado a visitar, reúnen unas condiciones de habitabilidad que no se pueden conseguir en ningún tipo de piso, amplias, modernizadas interiormente, dotadas de todo tipo de adelantos necesarios para poder vivir con gran comodidad, así y todo, puede que se sigan restaurando y mejorando algunas otras, el pueblo ha perdido su única belleza, la riquísima iglesia y el pueblo no volverá a ser nunca lo que fue, le faltará algo, le faltará su único monumento del que se encontraban orgullosos.
Desde hace tres años, las fiestas se pasaron al día 15 de agosto, antes eran en el día de la Ascensión, en el mes de mayo, y se celebran desde entonces con gran animación de las más de 120 personas, niños incluidos, que viven durante los meses de julio y agosto.
Estuve hablando con Pablo Muñoz y su mujer, que residen en Madrid desde hace muchos años, están jubilados, tienen una casa reconstruida perfectamente y llena de todas las comodidades que se pueden tener hoy día, por lo que les pregunté si es que pensaban venir a residir al pueblo definitivamente al encontrarse ya jubilados. No, no sé atreven a la aventura (aquí podríamos aplicar un párrafo del primer acto de D. Mendo: “Aventura es aquesta, que dura porque perdura el bodoque en mi ballesta”), así es, no se atreven porque aventura sería el estar en un lugar que la vida depende del bodoque de la ballesta. Se refieren y quejaban de la falta de servicios y asistencias, sobre todo médicas, ya que el médico sólo acude cuando son reclamados sus servicios.
Como es lógico pensar, las calles, excepto la carretera que parte el pueblo se encuentran sin pavimentación alguna. Hay teléfono rural, pero se da la circunstancia que el hombre que lo tiene en su domicilio, es una persona que supera os 80 años y se va a trasladar, en unión de su mujer, a vivir a Valencia con sus hijos, y aún no se había decidido quién se iba a hacer cargo del mismo.
Tienen agua y luz más que suficiente, pero carece de la seguridad de servicios imprescindibles para personas que se encuentran en edad avanzada, y ese temor, que no sólo lo tienen ellos, sino también alguno más que podrían decidirse a residir en el pueblo, es lo que en realidad impide que se puedan habitar, aun cuando sea por jubilados, un poco más el pueblo.
De los nueve que residen en la actualidad durante todo el año hay cuatro que superan la edad de 65 años y del resto, no hay ninguno que sea inferior a los 45 años.
La iglesia fue construida sobre otra románica (casi todas las de esta zona han sido así) de la que conserva el ábside, precioso por cierto. En la parte exterior tiene cuatro columnas asentadas en ménsulas, dos con la talla de una cara de figura humana y las otras dos con la cabeza de una especie de macho cabrío.
En el interior se encuentra, afortunadamente, desmantelado de sus altares, retablos y del órgano. Me quedo asombrado al ver que en muchos de estos pequeños pueblos existen en sus coros, órganos, algunos de ellos de muy buena calidad. Según el amigo Muñoz, muchos de los tubos del órgano fueron robados cuando se acostumbraba a emplearlos como tubo de escape de los coches, para mejorar el sonido de los mismos. Achaca la culpa del hundimiento de la techumbre y por lo tanto de la destrucción de la iglesia, al cura que la tenía a su cargo y al anterior Obispo Teodoro, que les prometió unas ayudas que no llegaron para poder retejar y cambiar alguna que otra viga.
En la parte del presbiterio, que es una verdadera maravilla, adosado a su derecha, hay una hornacina románica, arco, dos columnas y capiteles que harían desear poseerlo a más de una iglesia de la provincia y no digamos si fuese para particular, cuantos darían lo que les pidieran por poder tenerlo en su casa u hotelito de residencia. En los huecos dejados por los retablos, se pueden apreciar gran cantidad de piedras talladas, correspondientes a la antigua estructura románica que debieron, mejor dicho, fueron empleados para rellenar los muros de la nueva fábrica.
Pero ya estamos en los tristes detalles, al pie del presbiterio, hay una hermosa y gran losa o lápida, de una sola pieza, de gran grosor y no menos peso, que ha sido levantada (seguramente para poder depredar lo que se pudiese encontrar bajo la misma, que pudiera ser como siempre o casi siempre, nada), pero la pena no es lo que hayan podido encontrar bajo ella, la pena es que está izada y casi de canto, por lo que hay peligro que en cualquier momento se quiera poner, ella sola, en la posición que tenía y se parta en uno o más trozos.
No hace mucho he podido leer que en un pueblo de la provincia, el alcalde tenía un pequeño encontronazo con el cura párroco por una piedra que el segundo había solicitado se le permitiera coger para convertirla en ara de una iglesia. Curiosamente el cura y el alcalde deben estar viviendo en distintos y alejadísimos puntos, ya que necesita el primer recurrir a la prensa para poder decirle el motivo de la negativa. Pues a ese mismo cura que es carteado mediante la prensa, aprovechando este artículo y SORIA SEMANAL, le indico donde pude encontrar la piedra de un ara que le sería difícil hallar en otro sitio, tan hermosa y adecuada para tal fin, la Diócesis no creo se opusiera y la lápida se escaparía de un ataque gamberril por parte de alguien y se podría salvar de una destrucción que no merece mucho y mucho menos sí, como en este caso, se puede evitar.
Ahora me voy a permitir hacer una pregunta que sé de antemano que jamás tendrán ningún tipo de respuesta, pero que espero que alguna vez, por cansancio o por coger despistado al responsable del tema en la Diócesis de Burgo-Osma, se decidan a dar algún tipo de explicación. ¿Qué se espera hacer con la iglesia de Paones, sabiendo que la reconstrucción de la misma y de sus tejados no se va a realizar? ¿Qué se piensa de esa joya románica que es el ábside y por lo tanto el presbiterio? ¿Se va a permitir que se vaya destruyendo y deshaciendo lentamente?
Cuando un hombre al igual que yo, recorre tantos y tantos pueblos de la provincia, ve tanto desastre y abandono, tanta destrucción de lo que es arte, también paisajes y naturaleza, se termina cansado, agotado, y duele el alma y hasta la raíz del pelo, al ver que no hay forma de conseguir explicación de alguien que sea el responsable de mantener y cuidar algo, que aún cuando ellos y muchos al igual, no le dan ningún tipo de valor o precio, hay que reconocer que lo tiene, y algo más alto de que parece. Pero sobre todo es que no comprendo cómo se permite destrozar y dejar abandonado a su suerte tantas y tantas joyas arquitectónicas y artísticas diseminadas por los cuatro puntos cardinales de la provincia.
Luego se dice: “¡Ay!” Han abierto una ermita o iglesia y se han llevado tal figura y tal trozo del retablo. ¡Qué horro!”
¿Cuántos lamentos habría que decir cuando vemos que se destroza sin beneficio para nadie, ni siquiera para los ladrones, tantos retablos y figuras, imágenes, ábsides, torres, etc, etc?
PAONES PERTENECE AL AYER
14 de marzo de 1987

Fue municipio hasta hace pocos años en que perdió su identidad y pasó a ser considerado como barrio de Berlanga de Duero de la que le separan solamente 5,7 kilómetros. Ha sido uno de los pueblos de la provincia que se pueden considerar como de los que más han sufrido el abandono de sus gentes.
En el año 1866, su población era de 351 habitantes, estando formado el pueblo por 29 edificios de una planta y cuarenta de dos, tenia agregado el anejo de Ciruela que lo formaban 15 edificios de una planta y 25 de dos. Cien años más tarde la población alcanzó la cifra de 450 almas, hoy, en el mes de septiembre de 1986 su población se ha reducido a la enorme cantidad de nueve personas, de las que cinco de ellas superan los 65 años de edad.
La cruza por el centro la carretera de Berlanga de Duero a Retortillo de Soria, a la entrada del pueblo nos encontramos con el edificio de la iglesia, desmantelada y hundidita. No lo puede remediar, pero cada vez que veo una iglesia en esas condiciones, algo me dice que el pueblo ya no tiene salvación, a pesar que como en este caso, parezca que alguno de sus antiguos habitantes quieren demostrar lo contrario con la recuperación de las viviendas que están efectuando, sobre todo en los tres últimos años, algunas de las cuales, que he tenido el gusto de ser invitado a visitar, reúnen unas condiciones de habitabilidad que no se pueden conseguir en ningún tipo de piso, amplias, modernizadas interiormente, dotadas de todo tipo de adelantos necesarios para poder vivir con gran comodidad, así y todo, puede que se sigan restaurando y mejorando algunas otras, el pueblo ha perdido su única belleza, la riquísima iglesia y el pueblo no volverá a ser nunca lo que fue, le faltará algo, le faltará su único monumento del que se encontraban orgullosos.
Desde hace tres años, las fiestas se pasaron al día 15 de agosto, antes eran en el día de la Ascensión, en el mes de mayo, y se celebran desde entonces con gran animación de las más de 120 personas, niños incluidos, que viven durante los meses de julio y agosto.
Estuve hablando con Pablo Muñoz y su mujer, que residen en Madrid desde hace muchos años, están jubilados, tienen una casa reconstruida perfectamente y llena de todas las comodidades que se pueden tener hoy día, por lo que les pregunté si es que pensaban venir a residir al pueblo definitivamente al encontrarse ya jubilados. No, no sé atreven a la aventura (aquí podríamos aplicar un párrafo del primer acto de D. Mendo: “Aventura es aquesta, que dura porque perdura el bodoque en mi ballesta”), así es, no se atreven porque aventura sería el estar en un lugar que la vida depende del bodoque de la ballesta. Se refieren y quejaban de la falta de servicios y asistencias, sobre todo médicas, ya que el médico sólo acude cuando son reclamados sus servicios.
Como es lógico pensar, las calles, excepto la carretera que parte el pueblo se encuentran sin pavimentación alguna. Hay teléfono rural, pero se da la circunstancia que el hombre que lo tiene en su domicilio, es una persona que supera os 80 años y se va a trasladar, en unión de su mujer, a vivir a Valencia con sus hijos, y aún no se había decidido quién se iba a hacer cargo del mismo.
Tienen agua y luz más que suficiente, pero carece de la seguridad de servicios imprescindibles para personas que se encuentran en edad avanzada, y ese temor, que no sólo lo tienen ellos, sino también alguno más que podrían decidirse a residir en el pueblo, es lo que en realidad impide que se puedan habitar, aun cuando sea por jubilados, un poco más el pueblo.
De los nueve que residen en la actualidad durante todo el año hay cuatro que superan la edad de 65 años y del resto, no hay ninguno que sea inferior a los 45 años.
La iglesia fue construida sobre otra románica (casi todas las de esta zona han sido así) de la que conserva el ábside, precioso por cierto. En la parte exterior tiene cuatro columnas asentadas en ménsulas, dos con la talla de una cara de figura humana y las otras dos con la cabeza de una especie de macho cabrío.
En el interior se encuentra, afortunadamente, desmantelado de sus altares, retablos y del órgano. Me quedo asombrado al ver que en muchos de estos pequeños pueblos existen en sus coros, órganos, algunos de ellos de muy buena calidad. Según el amigo Muñoz, muchos de los tubos del órgano fueron robados cuando se acostumbraba a emplearlos como tubo de escape de los coches, para mejorar el sonido de los mismos. Achaca la culpa del hundimiento de la techumbre y por lo tanto de la destrucción de la iglesia, al cura que la tenía a su cargo y al anterior Obispo Teodoro, que les prometió unas ayudas que no llegaron para poder retejar y cambiar alguna que otra viga.
En la parte del presbiterio, que es una verdadera maravilla, adosado a su derecha, hay una hornacina románica, arco, dos columnas y capiteles que harían desear poseerlo a más de una iglesia de la provincia y no digamos si fuese para particular, cuantos darían lo que les pidieran por poder tenerlo en su casa u hotelito de residencia. En los huecos dejados por los retablos, se pueden apreciar gran cantidad de piedras talladas, correspondientes a la antigua estructura románica que debieron, mejor dicho, fueron empleados para rellenar los muros de la nueva fábrica.
Pero ya estamos en los tristes detalles, al pie del presbiterio, hay una hermosa y gran losa o lápida, de una sola pieza, de gran grosor y no menos peso, que ha sido levantada (seguramente para poder depredar lo que se pudiese encontrar bajo la misma, que pudiera ser como siempre o casi siempre, nada), pero la pena no es lo que hayan podido encontrar bajo ella, la pena es que está izada y casi de canto, por lo que hay peligro que en cualquier momento se quiera poner, ella sola, en la posición que tenía y se parta en uno o más trozos.
No hace mucho he podido leer que en un pueblo de la provincia, el alcalde tenía un pequeño encontronazo con el cura párroco por una piedra que el segundo había solicitado se le permitiera coger para convertirla en ara de una iglesia. Curiosamente el cura y el alcalde deben estar viviendo en distintos y alejadísimos puntos, ya que necesita el primer recurrir a la prensa para poder decirle el motivo de la negativa. Pues a ese mismo cura que es carteado mediante la prensa, aprovechando este artículo y SORIA SEMANAL, le indico donde pude encontrar la piedra de un ara que le sería difícil hallar en otro sitio, tan hermosa y adecuada para tal fin, la Diócesis no creo se opusiera y la lápida se escaparía de un ataque gamberril por parte de alguien y se podría salvar de una destrucción que no merece mucho y mucho menos sí, como en este caso, se puede evitar.
Ahora me voy a permitir hacer una pregunta que sé de antemano que jamás tendrán ningún tipo de respuesta, pero que espero que alguna vez, por cansancio o por coger despistado al responsable del tema en la Diócesis de Burgo-Osma, se decidan a dar algún tipo de explicación. ¿Qué se espera hacer con la iglesia de Paones, sabiendo que la reconstrucción de la misma y de sus tejados no se va a realizar? ¿Qué se piensa de esa joya románica que es el ábside y por lo tanto el presbiterio? ¿Se va a permitir que se vaya destruyendo y deshaciendo lentamente?
Cuando un hombre al igual que yo, recorre tantos y tantos pueblos de la provincia, ve tanto desastre y abandono, tanta destrucción de lo que es arte, también paisajes y naturaleza, se termina cansado, agotado, y duele el alma y hasta la raíz del pelo, al ver que no hay forma de conseguir explicación de alguien que sea el responsable de mantener y cuidar algo, que aún cuando ellos y muchos al igual, no le dan ningún tipo de valor o precio, hay que reconocer que lo tiene, y algo más alto de que parece. Pero sobre todo es que no comprendo cómo se permite destrozar y dejar abandonado a su suerte tantas y tantas joyas arquitectónicas y artísticas diseminadas por los cuatro puntos cardinales de la provincia.
Luego se dice: “¡Ay!” Han abierto una ermita o iglesia y se han llevado tal figura y tal trozo del retablo. ¡Qué horro!”
¿Cuántos lamentos habría que decir cuando vemos que se destroza sin beneficio para nadie, ni siquiera para los ladrones, tantos retablos y figuras, imágenes, ábsides, torres, etc, etc?


PAONES PERTENECE AL AYER
25 de abril de 1987
Carta recibida:

Soy un soriano residente en Londres, involuntariamente arrojado que fui a este país, en aquellos lejanos días, por causas de haber acabado la guerra de España, con el triunfo y por una mayor fuerza brutal, de los que se sublevaron contra un régimen democrático, que se había dado al pueblo español, cual era la República.
Pero no es mi intención ahora, referirme a lo concerniente de aquella desdichada contienda.
El motivo que me ha movido a dirigirme a usted con esos modestos renglones, es a la información que ustedes divulgan en SORIA SEMANAL del sábado 14 de marzo de 1987, página 5, y que firma JOSE MARÍA LUCAS. Información que se refiere a las ruinas del pueblo de Paones, ilustrada con la fotografía de la iglesia, la que ya prácticamente está hundida, como hundido también está el pueblo. Triste fin, el de este viejo pueblo y que a mi tanto me afecta.
Yo fui un habitante del pueblo de Paones en mi niñez, allá a comienzos de siglo, pues yo nací en el año 1903, y por supuesto, con frecuencia, yo entraba al interior de la iglesia. Y, si bien yo no nací en Paones, sino en la orilla del río Duero, término de Bayubas de Abajo, mis años de jovenzuelo los pasé en Paones, debido al prematuro fallecimiento de mí querido padre.
Mi padre nació y murió en Paones, y en ese fallecido pueblo también nacieron misa abuelos paternos y familia, y acaso todos sus antecesores desde tiempo inmemorables.
El destino forzoso, por una providencia que no sabemos, me alejó del pueblo de Paones por muchísimos años, y dando tumbos después, por la provincia y por otros lugares de España, la guerra, cuando acabó, me obligó a salir de nuestra patria.
Pero a pesar de mi ya dilatada y avanzada edad, por este amor latente, puesto siempre en el pueblecito de Paones, yo volví, hace poco más de un año, para ver, con mi mayor ilusión, el pueblo de Paones; la casa donde vivimos y murió mi padre; el cementerio y, cómo no, la iglesia.
Cuando llegué al pueblo, mi alma se me desvaneció por los suelos. Pues nadie me había anticipado semejante situación. La iglesia sin techo, sin santos ni santas; sin altares; sin nada. El cementerio, volcadas sus paredes de gruesos cantos por encima de las sepulturas, difícil ya de identificar aquel Campo Santo de Paones, donde reposan también los míos. La casa, o su puerta, toda desquiciada, que aún así y todo, no puede entrar a ver la habitación donde murió mi inolvidable padre. La plaza y las cales, cubiertas por las hierbas. Lo único que aún permanecía vivo, y pujante, eran los caños de la fuente, que arrojaban y arrojarán, su deliciosa agua que viene de las entrañas de la tierra; agua que yo bebí, a pleno placer, unos cuantos tragos.
También el juego de pelota permanecía en condiciones, y se diría que su pared, invitaba a que se jugara una partida de pelota, en ese juego tan genuinamente castellano. Pero en Paones ya no había juventud. Sólo una anciana, con la que hablé sentada en el poyo de su puerta, y que aún pudimos identificarnos, pero que esperaba, me dijo, una camioneta, que iría a recoger sus utensilios, y con profundo dolor añadió, tenía que abandonar Paones. Pues sólo 4 ó 6 personas quedaban en el pueblo.
Ese mismo día, con unos familiares, me fui a ver las ruinas de Termancia, y a mi regreso, volví a dar una vuelta y mirada por Paones. Y si me había invadido la tristeza, por los desastrosos resultados para Termancia, consecuencia de las peleas entre romanos y celtíberos, arévacos y pelendones, unos en propia defensa, y por pura ambición otros; yo me puse a meditar entre los ocurrido en aquellos históricos episodios de Termancia hace unos 2.000 años, y las ruinas ahora en estos tiempos modernos, sin paradoja posible, de lo uno con lo otro, pero es lo cierto, que yo sentí un mayor dolor más abrumado, al pensar que esos labradores y pastores de Paones, por culpa, quizá sólo de esos últimos gobiernos, en una larga dictadura, sin un ápice de patriotismo y por inercia e incapacidad; los vecinos de Paones se han visto sin ayuda ni protección en absoluto, y han tenido que huir y abandonar sus moradas, y cómo no, para siempre jamás, amén.
Y es que para preguntarse: ¿es qué las tierras de paones no están vivas todavía, como nos lo demuestran, y yo lo he visto ahora, sus campos floridos, en cada año y tiempo, donde brotan muchas especies de flores, por labranzas, por arroyos, por ciratos y caminos? ¿Y es qué no cantan los pajarillos, como yo los he oído, risueños, y los he visto que hacen la vida que nos ha marcado la naturaleza? ¿Es qué no hay allí también vida para los hombres? ¿Es qué esos campos no son saludables y aromáticos, que sirven para mantener fuertes los pechos de los hombres, como los hubo en mis lejanos tiempos? Mi meditación me ha dado como resultado, a mis 83 años ya cumplidos, que mi fe, ante todo y sobre todo, la tengo puesta en la sana y sabia naturaleza, bien sea por la creación o por la evolución, pero realista, como no lo es una gran parte de hombres que se las prometen de ser seres humanos.
Y termino aplaudiendo el trabajo de ustedes, en SORIA SEMANAL, encaminad a reconstruir, material y espiritualmente, los casos como el que nos ocupa ahora de paones, y aún confío que con la sana voluntad y labor de muchos, termine un día no lejano, la emigración, y muy singularmente la emigración al extranjero, que por una causa por otra, tantísimos dolores causa sobrellevarla. Y protejamos AL CAMPESINO, porque ellos preferentemente, son los que producen los alimentos, sin los cuáles no podría vivir la humanidad.

Fdo: J. Moreno Ortega



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